Debido a mi edad avanzada, ya no tengo más actividades programadas. Trato de vivir la caridad en la banalidad de lo cotidiano. La encíclica del Papa Francisco « Fratelli tutti » me interpela de manera muy clara sobre la calidad de mi relación con el otro.
Expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de entenderse, buscar unos puntos de contacto, todo eso se resume con el verbo dialogar (F.t. no 198) con los allegados, los vecinos, los lugareños, los parroquianos, las compañeras, sea por escrito o por teléfono. Cuando el tiempo lo permite, mi hermana y yo caminamos por el pueblo. Saludamos a toda la gente, la respuesta es siempre cordial. Fácilmente el diálogo se instala muy positivo y aun edificante sobre todo lo que hace la vida de un pueblo.
Por la mañana, al despertar, voy a saludar a mi hermana y le pregunto: «¿Pasaste una buena noche?» La conversación se emprende sobre el desarrollo del día: citas, proyectos, caminata, comida, etc… Como consecuencia de una operación, ella necesita ayuda.
Una vecina, cuyo esposo tuvo un AVC profundo durante el primer confinamiento me dice a menudo: «¿Por qué nos ha ocurrido tal desgracia? ¿Podrá caminar de nuevo?» Yo la escucho y le hago recordar todo lo que la medicina y las diversas ayudas hacen por él cada día.
M. sale de su jardín «¿Ya sembraste?» «Oh, no, hace demasiado frío». El diálogo empieza: «Cada mañana y cada noche, hablo con Dios. Le agradezco por la vida, por la buena tierra que cultivo, por lo que sembraré y cosecharé». Y añade «No sé si es una oración pero me hace bien». Le aseguro: «Claro que sí, es una oración».
F. tiene 90 años. Vive solo. Cada domingo le llevo la comunión y me cuenta siempre lo mismo: sus enfermedades, el número de sus nietos. Yo le hablo de la misa a la cual acabo de asistir. Cada domingo es la misma repetición pero sus gracias y su sonrisa se cambian para mí en acción de gracias.
Hoy, encontraré a una dama que teje cuadros de lana y los une para hacer bellas frazadas. Estoy encargada a entregarlas a otras manos que las entregan a las asociaciones caritativas. Con ella, la conversación es amena. Ya no sale al exterior, pero conoce todas las noticias y quiere a todo el mundo.
El encuentro es cosa banal pero reconocer en él la Presencia de Dios es una exigencia para vivir la caridad de Cristo.
Jeannette Mougenot
Francia.