El 8 de septiembre, la Iglesia católica revaloriza la fiesta de la natividad de la Virgen María, madre de Jesucristo.

Hoy, me digo cómo no pararnos para celebrar esta joven mujer llena de gracia puesto que por su sí, nos nació un salvador, Jesucristo, el Señor.

Hablamos a menudo de María, pero ¿qué decir de su madre Ana al momento del nacimiento de su hija María?, estoy convencida de que fue llena del Espíritu Santo durante el parto. La belleza, la dulzura y la frágil pequeña María fueron sin duda, para Ana una maravilla infinita, una fascinación y acción de gracia a Dios.

¡Oh María! La riqueza de tu ser es un icono de contemplación.

Al meditar sobre la vida de María, no es extraño ver sus colores que están imbuidos de la espiritualidad de las Oblatas misioneras de María Inmaculada.

Aquí está un extracto del texto muy interesante de la «Natividad de la Virgen María» que se encuentra en el sitio web del Vaticano.

«La Iglesia considera a María, como la Madre de Dios, pero más aún como la «discípula» que puede ofrecer el mejor ejemplo y modelo de vida cristiana. En su fe, en su obediencia a su Hijo, en su cercanía a su prima Isabel y en las bodas de Caná, María es una mujer a imitar también por su confianza en los momentos los más oscuros de la historia de su Hijo Jesús.

Eso y muchas otras cosas explican por qué el pueblo de Dios sabe encontrar en ella, refugio y consuelo, ayuda y protección.»

Si desea leer el texto en su totalidad, aquí está el enlace (Francés):

https://www.vaticannews.va/fr/vacances-liturgiques/nativite-de-la-vierge-marie.html