Testimonios
Vengo a hablarles de mi nuevo medio de vida desde hace 6 años. Es mi lugar principal para vivir la mística a la que el Señor me llamó hace 63 años. Me involucro en diversas actividades siendo positiva y como tengo buena memoria, saludo y agradezco a los residentes llamándoles por su nombre. Con esta diferencia se sienten reconocidos como personas y cuando alguien necesita un servicio, me encanta prestárselo siempre que puedo.
En el comedor, hago comentarios positivos sobre la calidad de la comida. Encuentro los talentos y cualidades de las personas y se los digo. A menudo es la primera vez que se les reconoce en sus cualidades.
Me di cuenta de que dos vecinas rezaban su rosario todos los días. Les sugerí que lo hiciéramos juntas e incluso algunas personas más se unieron a nosotras.
Oramos por las intenciones de los residentes y del personal lo que crea lazos entre nosotros. Tenemos la suerte de tener misa cinco días a la semana. La gente me ve participar regularmente y eso les estimula a participar.
Finalmente, la escucha y la alegría de vivir son otras formas de sembrar la paz y el amor de Dios a mi alrededor.
También estoy comprometida en la Comunidad de las Bienaventuranzas desde hace 30 años. Es un grupo de personas que acogen a personas con discapacidad física o intelectual.
El 2do cinco de nuestra mística, alimentado con momentos de oración, es realmente a lo que el Señor me ha llamado y preparado, estoy feliz por ello. El Señor hizo por mí maravillas: ¡Santo es su Nombre. Gracias, Dios Trinitario!
Danielle Maréchal
América del Norte Este