Queridas Oblatas:
Comunicamos con ustedes en vísperas de un día que nos es muy querido por todas. El 2 de febrero celebramos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el día donde la Iglesia recuerda la presentación de Jesús en el templo. Mujeres consagradas, ustedes saben que es un día señalado, porque es dedicado a nuestra maravillosa vocación que, de diferentes maneras, hace resplandecer el amor de Dios por el hombre, la mujer y el universo entero.
Celebramos pues el misterio de la consagración: la consagración de Cristo, la consagración de María, la consagración de todos aquellos que siguen a Jesús por el amor del Reino de Dios.
Las invito en esta jornada a dar gracias al Señor por el gran don de la vida consagrada. Las convido a dar a conocer mejor y a apreciar la vida consagrada a todo el pueblo de Dios. Las llamo como personas consagradas a celebrar juntas las maravillas que el Señor ha cumplido en ustedes. Tenemos que reflexionar sobre el don recibido, a descubrirlo en una mirada de fe, a tomar conciencia de nuestra misión incomparable en la Iglesia por la vida del mundo.
Por medio de esta carta deseo igualmente atenuar la distancia física que la pandemia nos impone desde hace tantos meses y expresar a cada una de ustedes nuestra proximidad. Desde hace meses, seguimos las noticias que nos llegan de nuestras compañeras de diferentes países: ellas hablan de desconcierto, de contagios, de muertes, de dificultades humanas y económicas, de miedos… pero también hablan de resiliencia, de valor, de innovación, de renovación de la fe, de caridad.
El próximo 2 de febrero, serán organizadas varias actividades en las diócesis en casi todas partes del mundo para señalar esta jornada particular. ¡Esta será una bella ocasión para alabar y agradecer al Señor por el don de nuestra vocación y de nuestra misión!
Que se fortifiquen en ustedes una fe viva y amante, un esperanza cierta y alegre, una caridad humilde y activa.
Pierrette Fortin
Presidenta interina
26 de enero 2022
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