Dios es amor.
Él quiere que seamos «amores». Nuestra forma de amar tiene su origen en Él. Jesús vino a la tierra para enseñar a amar. Podemos pensar en Dios como el ser que habita, vive y ama dentro de nosotros.
Dios es una realidad viva, muy cercana a nosotros, cuya existencia podemos ignorar pero cuya acción no podemos detener.
Dios tiene una ternura especial por los que creen en Él y no dudan en servirle haciendo el bien.
Dios ha dotado al hombre de innumerables e inagotables cualidades al construirlo a su imagen y semejanza. Nos ha dado una brújula para guiarnos, la capacidad de juzgar, de decidir y de poner Su marca en la obra de la creación.
¿Quizás no descubrimos lo suficiente la riqueza de nuestro ser personal?
Estas riquezas son cualidades, dones, talentos, energías, dinamismo, capacidades para amar, comprender, confiar, tener en cuenta a los demás, asumir responsabilidades...
Dios nos creó para ser agradables no sólo a Sus ojos, sino también a los ojos de los demás, para que podamos inspirarnos en la presencia de los demás para descubrir Su Presencia.
¿Por qué no imitar a los pajarillos que, en cuanto amanece, se ponen a cantar fuera del nido?
Continuación...
Extracto de la Colección Volontaires de Dieu, Louis-Marie Parent, o.m.i.