Viernes, 22 Enero 2021 23:40

COVID-19 y María Inmaculada.

marie immaculéeRecientemente, un artículo de Aleteia hablaba de los comienzos de la medalla milagrosa. Leíamos entre otras cosa : «El sábado, 27 de noviembre de 1830, la Virgen Inmaculada apareció a Santa Catalina Labouré, Hija de la Caridad y le confía la misión de hacer acuñar una medalla de la cual ella le revelará el modelo. Todas las personas que la llevarán con confianza y recitarán con piedad esta oración: “Oh María concebida sin pecado, ruega por nosotros que recurrimos a ti”, disfrutarán de una protección especial de la Madre de Dios y recibirán grandes gracias».

En 1832, durante la epidemia de cólera que llegó a Europa, «se distribuyeron muchas medallas milagrosas…las gracias fueron inmediatas y se constataron múltiples casos de sanaciones inexplicadas, pero también protecciones milagrosas para las personas en contacto directo con los enfermos, así como conversiones espectaculares».

Como vivimos también un tiempo de epidemia ¿por qué no poner a María Inmaculada a la obra para ayudar nuestros medios de vida ? ¿María, no es ella la patrona de todas las oblatas? Tuve la inspiración de hablar con la responsable de liturgia y el padre celebrante en la Residencia donde vivo ahora. Esta idea les encantó y el 20 de septiembre, durante la misa, cerca de 200 medallas fueron bendecidas y distribuidas con un marcador explicativo. Ahora, será el proyecto de María…

Unas compañeras me pidieron el modelo del marcador para compartirlo en su medio. ¡Con alegría! Vivimos en una época en que mucha gente ha dejado adormecer su fe y para muchos de entre nosotros estamos limitados en nuestras acciones.

Pero si María lo quiere, una pequeña medalla puede hacer mucho.
«Más que nunca, hoy, es bueno acordarse de la eficacia de la medalla milagrosa, cuando se la lleva puesta o se la da con profunda fe, en un espíritu de entrega y confianza en el amor y benevolencia absoluta de nuestra Madre del Cielo».

Y tal vez, unas vocaciones surgirán durante los «paseos» de nuestra Madre María. Que ella inspire a cada una de nosotras.

Marie-Thérèse G.

Más en esta categoría: « El Amor El decálogo de la serenidad »