El momento presente nos es dado
para crear maravillas.
Un hoy perfecto
influye en un mañana desconocido
y repara un ayer deficiente.
Si el ser humano quiere reparar el pasado,
debe poner perfección en el minuto presente.
Cada día, debe buscar la alegría de vivir
con la energía de la abeja
que vuela a distancias enormes
para recoger el polen
que transforma en miel deleitable.
Cuánta gente corre toda su vida,
se agita hasta perder el sueño,
exacerba su sistema nervioso
para querer alcanzar una cumbre,
sea la riqueza, los placeres del sexo,
la embriaguez del poder,
sin llegar jamás allí,
y muere sin jamás haber sido feliz.
Salir del momento presente
para deplorar el pasado,
es perder su tiempo,
es arriesgar, destruirse a sí mismo
acumulando arrepentimientos,
sentimientos de culpabilidad
inútiles o perjudiciables.
Salir del momento presente
para ocuparse únicamente del futuro,
es una ilusión
es sueño, es utopía.
Para ser feliz,
debemos estar atentos a toda la gente
con quien nos codeamos en un día,
debemos hacer un esfuerzo
para detectar en estas personas lo positivo,
sea una actitud, un juicio,
una cualidad agradable.
Cada vez que tenemos que hablar
de una persona conocida,
deberíamos, con bastante lucidez,
inteligencia e imaginación,
expresar algo agradable.
Los demás están puestos en mi ruta
como las flores en el camino de las abejas,
no me acerco a ellos
sino para descubrir allí
lo que tienen de mejor.
Extracto del libro “El momento presente”, páginas 16-17, Padre Louis-Marie Parent, o.m.i.