El Instituto invita a sus miembros a desarrollar un espíritu misionero y a participar, si es posible, en esta actividad.
Simone Raymond trabajó durante muchos años a la “Colaboración Salud Internacional” (CSI). Ahora vive en una residencia y participa activamente en un proyecto misionero con las personas de la casa. A pesar de su edad (94 años) y de su media ceguera, teje cuadritos de lana. Después, Jeannine Bourque los une y los dispone de manera estética para crear cómodas cubiertas destinadas a niños necesitados.
En un mismo empuje de generosidad, otras damas se unen al grupo y confeccionan vestidos que serán vendidos al momento de una exposición. El dinero recogido será enviado a las Oblatas de Haití que sostienen obras sociales en su país. Los artículos no vendidos son entregados a la CSI que les distribuirán a países menos favorecidos.
Pierrette Ferron teje también con mucho gusto bellas frazadas para bebés, distribuídas para la alegría de madres, felices de envolver a sus pequeños en ellas.
Por otra parte, Martine Poulin, misionera en Haïti durante muchos años, recoge pequeños cuadritos de tela, los cose y elabora pequeñas cubiertas. A veces, las señoras de la calle vecina intercambian sus retazos puesto que se dedican al mismo voluntariado.
¿Por qué tanto trabajo? Primero, porque es seguro de que esta actividad beneficiará a muchos niños. Además es una ocasión para desarrollar su creatividad, con lana, telas, retazos recuperados. Tratamos de realizar piezas bellas y estamos orgullosas de nuestras obras.
Gracias a todos los que nos entregan materia prima.