Con motivo del «Día de los difuntos», el 2 de noviembre, dediquemos unos minutos de gratitud y reconocimiento hacia las personas que nos han dejado y a quienes hemos conocido, amado y admirado en el Instituto de las Oblatas Misioneras de María Inmaculada.
Aprovechemos este momento, ya que estas personas permanecen tan cerca de nosotros espiritualmente, y recordemos lo que estos seres fueron para nosotros, en la vida diaria, a través de la misión, donde estaban en el corazón del mundo. Seamos audaces, atrevámonos a ampliar nuestros horizontes y pensemos en todos aquellos que, en todo el mundo, nos han dejado por un mundo mejor.
No olvidemos el hermoso don de nuestra fe que nos recuerda que podemos unirnos a ellos en la oración pidiéndoles que intercedan por nosotros. ¡Qué hermoso intercambio espiritual que nos une en la comunión de los santos!
Celebrar este día en su memoria es una hermosa manera de mantenerlos vivos en nuestros corazones al recordar el hermoso legado espiritual que estas personas nos han dejado. Es un verdadero testimonio de fe en la resurrección de Cristo y en su gran misericordia.
La partida no es un final, sino un paso hacia la verdadera vida, la vida eterna.
Louise Fleury,
Volontaria de Dios, Drummondville.