A mis 17 años, ingresé al Instituto. Recibí de mis padres lo que una niña debe aprender y saber desde el principio de su vida.

Cuando entré en el Instituto el 13 de mayo 1958, unas compañeras me dieron la formación para que fuera una buena oblata según las normas del Instituto. Me acuerdo de una directora que me ayudaba a llegar a ser una persona responsable para que después yo pudiera ayudar a otros.

Guardo muy buen recuerdo de Denise Mathieu, quien me inició al trabajo de servicio social. Yo iba con ella para aprender a ayudar a una señora, hacer la limpieza, etc. Todavía hoy, esta familia mantiene contacto conmigo. ¡Qué delicadeza la de Dios!

En el Instituto, aprendí a vivir en grupo, en equipo. Me gustó mucho, había mucha ayuda mutua.

La persona adulta que llegue a ser fue gracias al Instituto quien ha sabido ayudarme en mi compromiso para seguir en este camino. Aunque a veces el camino se vuelve difícil, estoy segura de que el Señor está siempre presente.

Gracias Jesús por mandarme tu Espíritu Santo.

Albertine Landry, Rouyn-Noranda