Hoy 5 de junio, 10mo. aniversario del fallecimiento de Eileen McBrearty, quiero rendirle homenaje.
Eileen dejó su marca de irlandesa por parte de su padre y de escocesa por su madre. Le gustaba acorralarnos para provocarnos y hacernos enojar.
Su sentido de la responsabilidad la volvía exigente con los que la rodeaban, pero su gran corazón, su alegría de vivir y su generosidad facilitaban nuestro perdón.
Todavía hay personas que me hablan del apego, de la amistad y de la afección que tenían por Eileen.
Poco tiempo después de su fallecimiento, me encontré con un desconocido en la entrada de una tienda que me dijo: Señora quiero darle mi pésame por el fallecimiento de la Sra. McBrearty. Yo las veía juntas en la iglesia y su sonrisa me marcó. Era buena persona. Una prueba más de que nuestra apariencia tiene influencia sobre los demás.
Todavía hoy algunos amigos recuerdan lo que Eileen significó para ellos recordando sus gustos por los alimentos como papitas fritas, hamburguesas, mariscos y pollo con una copa de vino. « Por qué no? » decía ella cuando se le brindaba una copa.
Creo que su transparencia nos invitaba a amarla tal como era. Hace unos meses, encontré a un sacerdote que trabajó con ella en un comité y me decía: « Ah, Eileen, la quería mucho, ella sabía lo que quería y hacía avanzar las cosas. Su objetivo claro era llevar a cabo la realización del proyecto aún si a veces podía ofender a personas. »
Querida Eileen, descansa en paz. Gracias por haber estado en nuestro camino para sustraernos de la rutina y habernos obligado a abrirnos a lo nuevo, a salir de nosotras mismas.
Gracias por tu amor a la vida y habernos dejado ese « Las quiero » que todavía nos hace bien.
Paulette C.