Domingo, 28 Marzo 2021 15:53

La alegría del momento presente en mi vida

groupeEn un bello atardecer de septiembre pasado, sentada delante de la ventana, veo pasar a dos mujeres jóvenes mochilas en los hombros. Sin duda se dirigen al camping situado a cinco minutos de mi casa.

De repente, sintiendo un llamado especial, abro la puerta para saludarlas. Una tercera persona las alcanza enseguida. Respetando a la vez la distancia, nos presentamos. Será un encuentro que tendrá una interesante continuación: Catherine, la mayor de las tres es ingeniera agrícola, María Sofía, enfermera de origen haitiano y la menor, Virginia, estudiante de medicina. Se conocieron en el transcurso del viaje con la misma razón: vivir una experiencia en los senderos de los Montes Apalaches en Gaspésie. Al día siguiente se proponen escalar la montaña detrás de la casa donde un «refugio» las espera para la noche…

Espontáneamente, las invito desayunar en casa, ¡como menú, crepas! Sorprendidas, me dicen que saldrán temprano, cerca de las 7 am y no quieren molestar. Riendo, las informo que estoy de pie a las 5:55 am. Y se preguntan, ¿por qué a las 5:55 am? Mi respuesta es sencilla: «se lo explicaré mañana durante el desayuno». Esta pausa de diez minutos tendrá una repercusión en cada una de nosotras, algo que llamo «vivir el momento presente». Nuestro fundador, el Padre Louis-Marie Parent, omi, nos expresó muy a menudo que estuviéramos atentas y fieles al Espíritu Santo en el momento presente. «El momento presente, dice él, es una puerta en la eternidad que da una dimensión de Dios, como acoger el pan de hoy».

Después de haber rezado y tomado mi desayuno, todo está listo para acoger a mis invitadas a las 7:30 am. Instaladas en «la cocina de verano», empiezan a desayunar mientras que hago las crepas en la «casa grande» donde vienen a servirse una tras otra. Invitada a reunirme con ellas, me preguntan sobre mi vida personal. Es el momento de contestar a su pregunta acerca de la hora de levantarme. Es la ocasión de hablar de la espiritualidad, de los 555 y de mi pertenencia oblata donde ellas aprenden que las laicas pueden vivir una consagración en pleno mundo. ¡Un descubrimiento para ellas! Añaden «gracias por habernos acogido con el desayuno y haber compartido estas bellas palabras: he vivido un momento de gracia…Su amor sincero por el ser humano me inspira ser una mejor persona». Apenas nos quitamos nuestras mascarillas para una foto de recuerdo y dar las gracias que ya están dirigiéndose hacia la calle de la montaña.

A lo largo de su recorrido en Gaspésie, las tres «excursionistas» me dan noticias y ya de regreso a casa, una de ellas me escribe una larga y bella carta de gratitud por mi espontánea acogida. Al acercarse las fiestas navideñas, en su tarjeta de Navidad se expresa en términos emocionales y sinceros: «Su bondad, su generosidad y su calor humano siguen llenándome y guardo un recuerdo muy feliz de mi tiempo en Anse-Pleureuse. Deseo que usted siga actuando según su fe y sus creencias». Otra se expresa así: «Estoy llena de gratitud porque nuestros caminos se hayan cruzado. Usted abrió en mí muchas bellas reflexiones, sus oraciones me han llevado más allá y han rendido mis pasos y mi corazón livianos. Le deseo que siga haciendo bellos encuentros e ilumine el camino de los que se crucen con usted».

Allí están los frutos de la fidelidad en este momento presente cuando respondí a un llamado interior de salir «hacia las periferias» aún cerca de la casa. ¿No es nuestra vocación prestar atención a pequeños gestos de amor, llegar a las personas hambrientas y escuchar resonar en ellas unas palabras de esperanza en la vida?

Elise B,
Febrero 2021