3- La felicidad y el egoísmo.

Descubrir sus cualidades a fin de detectar instrumentos de servicio al beneficio de los otros, es la gran vocación del ser humano razonable y adulto. En el fondo, la madurez no es más que una toma de consciencia de las cualidades que nos habitan y el coraje de vivirlas para beneficio de la comunidad donde estamos integrados.

La felicidad no nos aparta de los otros, nos acerca. La felicidad no nos aísla, crea un espíritu de paz, de simplicidad y de fraternidad.

¿Qué es lo que me impide amar a los otros, apreciar la vida y complacerme en mi medio de trabajo?

¿Qué es lo que me impide ser comprensivo, estar a la escucha de los otros, tener una mirada sobre los acontecimientos que vivo?

¿Qué es lo que puede bloquear mi relación con los otros, si me esfuerzo en respetarlos, si no les obligo a cambiar, si acepto su ritmo, si no los aplasto con mi manera de controlarlos?

La felicidad es un alimento, un producto cotidiano, es un alimento compuesto por mil y una pequeñas cosas en el buen momento, un poco de amor, de comprensión, de ternura, de coraje, de dinamismo y de iniciativa.

Es hoy cuando se vive la felicidad, es hoy cuando saboreo su suavidad y la comunico según la cualidad de mi presencia.

Leer : ¿Es posible vivir feliz? (1)
Leer : ¿Es posible vivir feliz? (2)



Fragmento de la Colección Voluntarios de Dios: “¿Es posible vivir feliz”? P. Louis-Marie Parent, o.m.i.