El Instituto me permitió vivir plenamente el llamado que experimenté desde mi juventud para entregar mi vida al servicio del Señor y de mis hermanos.
Gracias a la vida de equipo, aprendí a conocerme mejor y a tenerme confianza. He vivido experiencias enriquecidas las cuales me permitieron crecer humana y espiritualmente.
También realicé mi sueño misionero. Doy gracias a Dios por estos 15 bellos años vividos en Haití. Allí descubrí un pueblo alegre y resiliente a pesar de las pruebas y dificultades vividas cada día. Una vez más, la confianza en mi persona y mis posibilidades pudieron evolucionar en el seno de esta comunidad donde he tenido que tomar muchas decisiones e iniciativas.
La espiritualidad me procura el alimento cotidiano que necesito para vivir el momento presente.
Estando jubilada, aprecio formar parte de una gran familia. El teléfono está siempre a mano para comunicar con las compañeras y de una manera especial con las de mi equipo.
Gracias al Señor por este llamado y por su fidelidad hacia mi persona.
Madeleine C.