Me solicitaron escribir un testimonio con la siguiente idea: “Cuando preparo mi día, ¿de qué manera mi vida de oración alimenta mi audacia y mi fe para poder hablar del Señor con mi presencia”?
En medio de esta cuarentena por la COVID-19, inicio mi día rezando el Rosario (aunque sin levantarme) a las 7 am, para alabar a la Santísima Virgen María y pedirle ayuda con las cualidades de Ella (disponibilidad, estar atenta al Espíritu Santo etc.) Le ruego que me haga dócil a la Voluntad del Padre. Y le digo a mi Señor apenas despierto: He aquí la esclava del Señor y rezo la oración del 5 5 5. Ofrezco mi día, mis limitaciones, la pena por la ausencia de mi hermano fallecido, diría incluso que aún no me acostumbro a su ausencia. Ruego para revelar la Presencia de Dios a las personas con que me contactarán en el día, por teléfono en la actualidad, ya sean oblatas, familiares, amigos, Voluntarios.
¿Qué audacia puedo tener sin salir de casa? Solo ofrecer mi voto de pobreza, de desapego y de dependencia.
Con el rezo del Breviario me siento unida a las Oblatas misioneras de María Inmaculada y a toda la Iglesia, para hacer mi día como Dios quiere. Las palabras del Padre Parent, o.m.i., me motivan para vivir el momento presente, para ser dócil a la Voluntad de Dios, y doy gracias por el nuevo día que me regala.
Ana Alarcón S. Chile