Tengo 61 años y hace 5 años que soy oblata. La vida oblata es ante todo una vida humana, pero consagrada totalmente a Dios, viviendo en el mundo actual. La Virgen María es mi modelo de vida consagrada a Dios, igual que Jesús, hecho hombre quien escogió vivir en el mundo de su tiempo.
Es pues un bello don de Dios hecho al Padre Louis-Marie Parent o.m.i., fundador del Instituto, para que humanamente tuviera el profundo deseo de imitar a Cristo “en el momento presente”, siguiendo el movimiento del Espíritu Santo y así cumplir la voluntad del Padre, con la ayuda preciosa de María, Madre del bello amor, tal como está escrito en las Constituciones del Instituto.
En 1952, el Padre Parent fue un profeta fundando el Instituto secular Las Oblatas Misioneras de María Inmaculada. Esto respondía a las necesidades de la Iglesia de su tiempo y del tiempo de hoy. Las oblatas que le siguieron eran mujeres y apóstoles misioneras que deseaban ser testigos del amor de Jesucristo en el corazón del mundo, viviendo una vida secular consagrada. Todavía son apóstoles misioneras en el mundo de hoy.
El testimonio feliz de una oblata quien encarnaba esta vida consagrada en el mundo de hoy me ayudó a descubrir que yo también tenía este llamado de ser testigo del Amor de Jesucristo en el corazón del mundo con la ayuda de María ¡y de su ejemplo también!
Como las primeras oblatas, trato de adaptarme al servicio de los más necesitados, de irradiar la alegría de Cristo, quien me invita a eliminar la crítica y la queja y contribuir así a un clima de paz allí donde estoy. La espiritualidad y las actitudes de vida de las oblatas me ayudan en mi trabajo cotidiano como agente administrativa en el sistema de salud, con la clientela en deficiencia intelectual y trastornos del espectro del autismo, sin olvidar mis familiares, mis vecinos y todas las personas puestas en mi camino.
¡En este 70 aniversario de fundación, setenta veces gracias al Padre Parent y a todas las oblatas del mundo entero por haber guardado vivo este proyecto de santidad para todos!
Diane B.