Hace sesenta y tres años, el Señor me llamó a vivir una forma de consagración conocida como secular porque se vive en pleno mundo. En este Instituto, con su espiritualidad bien organizada y siempre actual, se ofrecen a los miembros unas actitudes de vida que, aunque espirituales, son ante todo muy humanas y tienden a desarrollar poco a poco la mentalidad de Cristo.
De estas formas de ser, algunas me han interpelado más. Así, “no juzguen y no serán juzgados”, lo que exige paciencia y tolerancia. Del mismo modo, superar la tendencia natural a quejarse inútilmente acogiendo las dificultades de la vida, cualesquiera que sean, de manera favorable y consciente. Estas actitudes afectan directamente la relación con los demás y crean
un clima más favorable para la comunicación.
Agradezco al Instituto que me haya acogido y por llamar mi atención sobre estas manifestaciones de tolerancia y benevolencia que el mismo Jesús nos pidió observar. Ahora que estoy viviendo en un nuevo medio de vida, esta invitación me llama más que nunca a vivir en este estado de ánimo, contribuyendo así a crear un ambiente más sano y sereno.
Me gusta alimentarme de esta palabra que el Padre Parent, o.m.i. nos ha dejado: “Allí donde existe la queja, la admiración desaparece. Allí donde existe la admiración, el alma está lista para la contemplación”.
Denise G.