Busqué durante mucho tiempo, discerní y al fin encontré lo que buscaba: una vida consagrada en pleno mundo.
Me comprometí libremente a vivir los consejos evangélicos de los tres votos: la castidad, la pobreza y la obediencia. Mi compromiso a través de los votos es una forma de asumir mi responsabilidad humana, cristiana y ciudadana por medio de una forma de vida sencilla y sobria en el seno de la sociedad y esta elección me abre un camino hacia el amor incondicional, más grande e impregnado de libertad. Es también un compromiso para desarrollar un espíritu de compartir y de justicia con el respeto del bien común.
Vivo mi consagración secular en pleno mundo y a través de mi vida profesional. Esta es una elección que se une a los profundos valores que me habitan. Trato de vivir la caridad de Cristo y a estar atenta a las realidades de mi medio. Mi misión está apoyada por la oración cotidiana y la vida fraternal. Creo lazos de solidaridad entre las personas que encuentro en mi medio de trabajo, entre los organismos y comunidades religiosas.
Aprecio mucho la vida de equipo en el seno del Instituto que me permite vivir la comunión fraternal. El testimonio de las compañeras me edifica y me alienta a desarrollar valores positivos según las actitudes apostólicas del segundo cinco.
Doy gracias al Señor por mi vocación y por todo lo que recibo a través del Instituto.
Renée Nema
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