El INSTITUTO ha sido para mí un medio de vitalidad y por consiguiente, de crecimiento. A pesar de mi inseguridad, ha recurrido a mí en varias circunstancias, para responsabilidades y servicios que no habría creído poder asumir.
Además de mi recorrido de profesora y de animadora de pastoral en medio escolar, puede asumir responsabilidades y servicios en diferentes medios de la Iglesia de Quebec. Y siempre en relación con la educación de la fe.
De esta manera, estas experiencias me permitieron reconocer los «dones» o «regalos» que el Señor me había confiado para el servicio de los demás, del Instituto y de su Iglesia. Algunas compañeras me comentaron a menudo que había sido mimada por Dios, mientras que para mí, me parecía más bien que me pedía mucho e incluso demasiado a veces.
Doy gracias a Dios por todo lo que me ha permitido vivir, ¡espacialmente a través de mi vocación oblata! También doy gracias al Instituto por su fidelidad a su identidad y a su carisma con el paso del tiempo y en todos los medios donde las oblatas han estado o están aún presentes.
Para mí fue una experiencia de comunión en la vida misionera del Instituto y de la Iglesia.
Colette Massé